viernes, 12 de marzo de 2010

COMENTARIO: "La corrosión del carácter", de Richard Sennett

Antes de leer “La corrosión del carácter”, de Richard Sennett, ya me lo advirtieron: “es un libro difícil de leer”. Y, efectivamente, así ha sido. Me ha costado entender al autor, interpretar lo que quería decir, e incluso lo que decía al escribir sus líneas. Finalmente, lo he conseguido, y por ello escribo hoy aquí, para compartirlo con todos vosotros.

La corrosión del carácter no es una de esas historias entretenidas y llevaderas, y menos si la lectura se hace con el fin de entregar un trabajo para la facultad. Sin embargo, esta obra puede llegar a enganchar. Puede ser porque habla de cosas muy ciertas, y porque hace al lector hacerse preguntas que, muy a nuestro pesar, no son contestadas a lo largo del relato.

Sennett analiza las consecuencias provocadas por la flexibilidad laboral en la subjetividad de las personas; estudia el impacto de los cambios laborales en los sentimientos, en los viejos valores aceptados socialmente y en la relación entre las personas. Hace una comparativa entre dos generaciones de trabajadores: la de Enrico y Rico, padre e hijo, ambos de origen italiano, pero ciudadanos de los Estados Unidos. Enrico representa a la clase obrera, con el objetivo a largo plazo de servir a su familia, viviendo en una época totalmente predecible; Rico, en cambio, pertenece a una clase acomodada, viviendo en una época de cambios y más cambios.

Enrico vive en un mundo altamente burocratizado, con una vida lineal y de logros acumulativos. Rico vive en un mundo marcado por la flexibilidad y el cambio a corto plazo. En un principio, al leer esto, yo sentí pena por Enrico. Su mundo está tan organizado que ya sabía el día en el que se iba a jubilar cuando aún seguía trabajando. Sin embargo, conforme avancé en este ensayo, me di cuenta de que por quien tenía que sentir pena era por Rico. Rico tiene sentimientos contradictorios, pues él defiende el cambio en el trabajo como necesario para evolucionar y conseguir un estatus social elevado. Sin embargo, por otra parte, sabe que el lema “nada a largo plazo”, que cambia la concepción de su trabajo con respecto al de su padre, corroe la confianza, la lealtad y el compromiso, que son metas a largo plazo; este lema, según Rico, es disfuncional para el carácter.

Hay algo que me llama la atención: esto sigue ocurriendo hoy en día. La gente que no tiene formación ni ambiciones en el trabajo, busca un lugar donde se sienta a gusto y pueda pasar cuarenta años de su vida. Sin embargo, la gente con formación, expectativas de trabajo y ambiciones, quiere movilidad, probar suerte hasta encontrar un trabajo que los llene. Yo me identifico con este segundo grupo pues, ya que hay que trabajar, hagámoslo en algo que nos guste, ¿no? Aunque hay que tener presente siempre que: “trabajamos para vivir, no vivimos para trabajar”, porque puede que nos sumerjamos mucho en el trabajo y estemos dejando de vivir, sin darnos cuenta.

El capitalismo flexible (a corto plazo) amenaza con corroer el carácter. Rico no quiere aplicar las formas de comportamiento flexible que se ven en el trabajo a la familia ni a la comunidad social. Rico es a la vez un hombre de éxito y un hombre confuso. El comportamiento flexible que le ha traído el éxito está debilitando su propio carácter.

Otro aspecto que influye sobre nosotros es el relacionado con la rutina y la flexibilidad en el trabajo. En mi opinión, rutina es una palabra que ninguno de nosotros queremos que describa nuestras vidas y, sin embargo, es necesaria. La rutina consigue que el trabajo esté ordenado y que cada trabajador desempeñe perfectamente su función, provocando así la especialización y la división del trabajo en la sociedad. Sin embargo, la rutina se vuelve destructiva, elimina las sensaciones espontáneas, como la solidaridad. Para el desarrollo del carácter, es necesaria la desaparición de la rutina. ¿Supone la flexibilidad la desaparición de la rutina? Para mí, la respuesta sería un gran NO. En la rebelión contra la rutina, aparece una libertad engañosa. Un ejemplo de flexibilidad, tal y como comenta Sennett, es el horario flexible. Hoy en día, la gente cree que trabaja cuando le viene bien, o incluso desde donde le viene bien. Pero, ¿es esto trabajo flexible? Los directivos controlan más a la gente que tiene un horario flexible que a la que está nueve horas en la oficina, por miedo a perder el control sobre ellos. La flexibilidad genera desorden, pero no libera de las restricciones. Libertad y flexibilidad son dos términos que caracterizan a la empresa SEMCO, comentada en clase, y su base está en la CONFIANZA total y la RESPONSABILIDAD, dos valores que no son muy aplicados en el ámbito laboral, pues muchas de las empresas que nos rodean son 1.0, como diría Juan Carrión.

Estoy de acuerdo con Sennett en que hace falta tener un carácter especial para sentirse cómodo en el capitalismo flexible. Hace falta tener la capacidad de desprenderse del pasado y de aceptar la fragmentación. Rico, que carecía de este carácter, sufría emocionalmente con los cambios que se producían a su alrededor, de los cuales participaba activamente. Debido a la no adaptación, el carácter de las personas se ve corroído. Un ejemplo de esto lo vemos todos los domingos cuando vamos a comer a casa de nuestros abuelos. ¿Cuál es la frase estrella de los abuelos que viven en el pasado? “Hace treinta años, el pan era de verdad, y no prefabricado como ahora”, o algo parecido, que lo que nos dice es que lo anterior siempre fue mejor. La sociedad evoluciona y, en mi opinión, tenemos que evolucionar con ella, pero no dejarnos valores importantes por el camino.

Además de los temas ya comentados, Sennett hace una reflexión sobre cómo afecta la inseguridad a la persona, a través del caso de Rose. En mi opinión, la inseguridad está a la orden del día, y hay que aprender a convivir con ella; más que nada, porque no nos queda otra. Hay que aprender a asumir riesgos, cosa que nuestros abuelos no hacían, pues vivían en una rutina infinita.

La inseguridad puede relacionarse con la falta de rutina, pues Rose, al empezar a trabajar en una gran empresa de marketing, pierde su rutina de toda la vida, y todos los días tiene miedo de ser despedida: ESTÁ INSEGURA. Aún así, Rose me parece una persona digna de admiración, pues fue capaz de intentar otra vida, rompiendo con la anterior, fácil y monótona. Su lema podría ser: “arrepiéntete de lo que has hecho, pero nunca de que no lo hiciste”.

Por último, he de mencionar el fracaso, y la pérdida del pronombre “nosotros”. El primero de los temas es tratado mediante el ejemplo de IBM, empresa que tuvo que despedir a parte de su plantilla para ser más competitiva. La gente que fue despedida primero le echó la culpa a la empresa, acusándola de traición; después los culpables eran los extranjeros, por trabajar lo mismo por menos dinero; y, por último, asumieron un sentimiento de culpa. Por otra parte, la pérdida del nosotros es preocupante. Hoy en día creemos que la dependencia es un símbolo de debilidad y, ¿quién quiere ser débil? NADIE. Desde mi punto de vista, este aspecto es bastante preocupante, pues un régimen que no proporciona a los seres humanos ninguna razón para cuidarse entre sí, no puede mantenerse.

Y, aunque he expresado mi opinión a lo largo de todas estas líneas, me recalco: la sociedad cambia, y es necesario que cambiemos con ella. Debemos ser capaces de adaptarnos a lo que venga, pero siempre sin olvidarnos de las cosas importantes de la vida, de lo que nos hace feliz. Debemos mirar al futuro y disfrutar del presente, pues sólo así podremos decir que tuvimos un bonito pasado.

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